Guacamayos de vivos colores, rinocerontes robustos o pequeñas ranas – qué pobre sería la tierra sin su singular diversidad. Pero las especies están desapareciendo a un ritmo dramático. Muchas personas luchan con pasión, energía y, a veces, incluso con medidas desesperadas por evitarlo.
Un récord triste: según la (UICN) más de 23.000 especies de animales y plantas están en peligro de extinción. El principal responsable es el ser humano.
La actividad humana destruye ecosistemas enteros, el cambio climático altera los hábitats de las especies y la caza furtiva se está cargando a muchas de ellas. Los investigadores han descubierto que el ritmo de extinción de especies es 100 veces más rápido de lo natural como consecuencia de la actividad humana. No obstante, apenas se puede estimar el número de clases extinguidas, ya que muchas de ellas desaparecen antes incluso de ser descubiertas.
Nosotros también dependemos de esa biodiversidad, que modela nuestro ecosistema tal y como lo conocemos. Cada especie tiene una función y hace que la fauna y la flora sean interdependientes. De este modo, la conservación de funciones ecológicas importantes como, por ejemplo, la polinización de árboles frutales y otros cultivos alimentarios depende de la diversidad. Los animales propagan las semillas de las plantas a través de sus excrementos, que sirven a su vez de nutriente para el suelo. La investigación de las relaciones entre especies ha sido olvidada durante mucho tiempo. Es por ello que a menudo las trágicas consecuencias solo son visibles cuando ya es demasiado tarde.
Para frenar esta situación, muchas personas luchan desesperadamente por salvar a los últimos ejemplares de una especie. Les mostramos, a continuación, a algunas de ellas. El equipo de Scarlet Six, de Belice (Centroamérica), durante la temporada de reproducción de los guacamayos rojos (ave de la familia de los loros o pagagayos), a menudo acampa bajo los árboles, donde incuban sus huevos, para protegerlos de los cazadores furtivos. En el otro lado del mundo, en Malasia (sureste asiático), un equipo de científicos y veterinarios lucha por la supervivencia de los tres últimos ejemplares de rinoceronte de Sumatra, (la especie más pequeña de este mamífero). Su última esperanza es la reproducción artificial.
Por último, justo frente a nuestra puerta, en Berlín, el biólogo Carsten Kallasch trabaja con murciélagos. Kallasch se asegura de que los animales puedan encontrar suficientes refugios en la ciudad, los cuida si es necesario e incluso vive con uno. Cada una de las personas, que les presentamos, aseguran a su manera la supervivencia no solo de una especie sino de toda la biodiversidad.