En un planeta que atraviesa una crisis climática, la celebración del Día Internacional de la Madre Tierra ha de conducirnos a la reflexión y el compromiso, ya que el hombre está alterando drásticamente la vida en el mundo: “nuestra Madre Tierra está en grave peligro”, afirmó este lunes la presidenta de la Asamblea General.
“La degradación ambiental avanza en todos los países y regiones, deforestamos bosques y selvas, represamos ríos, drenamos humedales, contaminamos los océanos, el aire y la atmósfera, todo esto mientras cientos de especies se extinguen año a año”, destacó María Fernanda Espinosa
Durante la inauguración de un diálogo interactivo sobre "La Madre tierra en la aplicación de la educación sobre el cambio climático", Espinosa recordó que desde el año 1970 ha desaparecido el 60% de los animales vertebrados, y que vivimos “una crisis climática” que comporta temperaturas extremas y fenómenos atmosféricos que afectaron a más de 60 millones de personas el año pasado.
Frente a todos estos sucesos, culpó a la humanidad como responsable de haber colocado al planeta en tal situación de peligro y destacó la necesidad de cuidarlo “de reparar los daños, de proteger y restaurar sus ciclos vitales, de ayudar a que sane, que siga floreciendo la vida que en ella se alberga y se reproduce”.
La importancia de la protección estatal
Sin embargo, y pese a todos estos retrocesos, la presidenta de la Asamblea destacó que durante los últimos años muchos países reconocieron la importancia de que la naturaleza posea derechos.
Entre ellos citó a su país Ecuador, “que así lo ha incluido en su Constitución”, a Bolivia, que contempla en su legislación el “principio del desarrollo integral en armonía y equilibrio con la Madre Tierra”, y a Colombia, cuya Corte Suprema de Justicia equiparó los derechos de la Amazonía a los de las personas.
“El despertar de la conciencia mundial sobre el derecho de la naturaleza a exigir y a ser protegida es cada vez mayor, Esto es, por supuesto, esperanzador para esta y para las próximas generaciones”, señaló.
Balance entre las necesidades humanas y los recursos terrestres
Espinosa recordó que el mundo sostenible que aspiramos conseguir a través de la Agenda 2030 requiere repensar el modo en que interactuamos con la naturaleza.
Para ello, destacó que es necesario lograr un balance entre las necesidades del ser humano y los recursos que nos proporciona el planeta “dejando a un lado la explotación irracional ilimitada e insostenible de dichos recursos”, y elaborar un modelo de desarrollo “en el que se respeten los umbrales que establece la naturaleza, su capacidad de regeneración, así como su derecho a existir y mantenerse”.
En este contexto, añadió, será necesario delimitar los nexos entre economía, sociedad y naturaleza, una situación que requerirá un indispensable cambio cultural.
“Necesitamos respuestas urgentes de acción colectiva y de construcción de nuevos pactos para el manejo responsable y justo de los bienes comunes de la humanidad”.
Estos pactos han de articularse principalmente mediante dos temas: a través de la educación “como un motor clave para la aplicación de un futuro mejor” y admitiendo el cambio climático como “la amenaza existencial de nuestros tiempos”.
Más medidas contra el cambio climático
Del mismo modo, destacó que todos los estados han de incrementar sus medidas de lucha contra el cambio climático, pero a través de una responsabilidad compartida con otros actores como la sociedad, el sector privado y las organizaciones sociales e indígenas.
“Todos tenemos la obligación de cuidar y proteger el planeta, todos debemos cuidar nuestros bienes comunes (...) Cuidar de la naturaleza es cuidar de las personas también. Respetemos sus ciclos vitales y contribuyamos a que la inmensa diversidad biológica del mundo se mantenga y prospere”, destacó.
Por su parte, la viceministra de Medio Ambiente de Bolivia, Cynthia Silva Maturana, recordó el gran orgullo que supone para su país, el hecho de estar presente en la conmemoración del décimo aniversario de la declaración del Día Internacional de la Madre Tierra.
“El camino hacia un desarrollo en armonía con la Madre Tierra no es meramente un postulado filosófico teórico, es y debe ser un instrumento de lucha en la construcción de un mundo mejor, más justo, un mundo en el que nuestros niños y niñas, pero también nuestros ancianos y nuestras generaciones, tengamos la oportunidad para ser felices”