11 de diciembre, 2017 — Unos 60 países y más de 200 organizaciones de la sociedad civil se comprometieron este lunes en el Día Internacional de las Montañas, a fortalecer a las personas que las habitan y preparar eficazmente su entorno ante el cambio climático, el hambre y la migración.
Durante una reunión de alto nivel en Roma, los miembros de la Alianza de las Montañas de la FAO y el Programa de la ONU para el Medio Ambiente junto a más de 300 representantes del gobierno, la sociedad civil y el sector privado prometieron que para el año 2030 las autoridades mundiales revisarán y actualizarán sus políticas para fomentar el desarrollo sostenible de las montañas y la conservación de su ecosistema.
Mil millones de personas que habitan las montañas en todo el mundo, alrededor del 13% de la población mundial, a menudo están geográficamente aislados y viven marginados, lo que los hace más propensos al hambre y la pobreza.
"Uno de cada tres habitantes de las montañas en los países en desarrollo es vulnerable a la inseguridad alimentaria. Para las áreas rurales, es una de cada dos personas ", dijo Maria Helena Semedo, Directora General Adjunta de la FAO.
Semedo resaltó la importancia de invertir en la agricultura sostenible en las regiones montañosas para responder a los desafíos climáticos y migratorios, ya que promueve la adaptación y la mitigación del cambio climático y reduce las causas fundamentales de la migración, como la pobreza rural y la inseguridad alimentaria.
La FAO también lanzó hoy la publicación "Gestión de cuencas hidrográficas en acción", en reconocimiento del importante papel que desempeñan las cuencas hidrográficas de montaña en el suministro de agua dulce a la humanidad y la reducción del riesgo de desastres naturales.
La Asamblea de la ONU declaró el 11 de diciembre como el Día Internacional de las Montañas en 2002 y designó a la FAO como el organismo coordinador para la observancia de la fecha a nivel mundial.
«Montañas bajo presión: clima, hambre, migración»
Casi mil millones de personas viven en zonas montañosas, y más de la mitad de la población del planeta depende de las montañas para abastecerse de agua, alimentos y energía renovable. Sin embargo, las montañas están amenazadas por el cambio climático, la degradación de los suelos, la sobreexplotación y los desastres naturales, con consecuencias potencialmente devastadoras y de largo alcance, tanto para las comunidades de montaña como para el resto del mundo.
Las montañas son los primeros indicadores del cambio climático y, a medida que el globo terráqueo se calienta, los habitantes de las alturas — entre los más hambrientos y pobres del mundo — se enfrentan a más difucultadas para sobrevivir. El aumento de las temperaturas también significa que los glaciares de montaña se derriten a niveles sin precedentes, afectando los suministros de agua dulce de millones de personas. Las gentes de las montañas han acumulado, sin embargo, una gran cantidad de conocimientos y estrategias a lo largo de generaciones para adaptarse a la variabilidad climática.
El calentamiento global, la variabilidad climática y los desastres inducidos por el clima, combinados con la marginación política, económica y social, aumentan la vulnerabilidad de los pueblos de las montañas frente a la escasez de alimentos y la pobreza extrema. Actualmente, se estima que alrededor del 39 por ciento de la población de montaña en los países en desarrollo, o 329 millones de personas, sufren inseguridad alimentaria.
A medida que crece la vulnerabilidad, la migración aumenta tanto hacia el extranjero como hacia centros urbanos. Quienes permanecen son a menudo las mujeres, que se quedan al cuidado de los cultivos y el ganado, pero que cuentan con escaso acceso a los créditos, la formación y los derechos de tenencia de la tierra. La emigración desde las zonas de montaña también da lugar a una pérdida inestimable de servicios ecosistémicos y la preservación de la diversidad cultural y agrobiológica. Las inversiones y las políticas pueden aliviar las duras condiciones de vida de las comunidades de montaña y revertir las tendencias migratorias. ONU