miércoles, 18 de mayo de 2016

La regeneración natural de bosques secundarios de AL puede mitigar el cambio climático

CONACYT, 18 de mayo, 2016. La regeneración natural de bosques tropicales de América Latina y el freno de la deforestación son estrategias que pueden contribuir significativamente para alcanzar los objetivos nacionales e internaciones de mitigación del cambio climático, señala el artículo "Potencial de captura de carbón en bosques secundarios en los trópicos de América Latina", publicado el 13 de mayo en la revista Science Advances.

Los investigadores de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), Bernardus de Jong y Susana Ochoa-Gaona, del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad, y Hans Van der Wal, del Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente, son coautores de este estudio interinstitucional, en el que 60 investigadores, liderados por Robin L. Chazdon, investigadora de la Universidad de Connecticut, se han conjuntado para analizar el efecto de la conservación de bosques y la regeneración de los bosques secundarios —aquellos en que los árboles crecen nuevamente en terrenos deforestados— a lo largo 43 regiones de América Latina.

De Jong y Ochoa-Gaona contribuyeron con estudios en Chiapas, donde analizaron bosques en sucesión con 3 mil 118 registros en 193 parcelas de muestreo establecidas en la Selva Lacandona, y con 63 parcelas de bosque de sucesión y 24 de bosque maduro en la Reserva El Ocote. Van der Wal, por su lado, aportó un estudio sobre la vegetación secundaria que resulta del uso de la tierra bajo una variante de agricultura de roza, tumba y quema practicada por los chinantecos en Oaxaca.

Con base en un mapa de los bosques presentes en 2008, los resultados del estudio muestran que el 17% del área forestal de tierras con altitud menor a 1,000 metros corresponde a bosques secundarios jóvenes de 1 a 20 años y 11% a bosques secundarios intermedios de 20 a 60 años, los cuales si se mantienen podrán regenerarse en los siguientes 40 años y tendrán una capacidad del doble de almacenamiento de carbono, con una ganancia de 8.48 petagramos de carbono o 31.09 petagramos de CO2, que equivalen a todas las emisiones de carbono por el uso del petróleo y de otros procesos industriales en todos los países de América Latina y el Caribe de 1993 a 2014. Asimismo, el estudio señala que 10 países pueden acumular el 95% de este carbono, entre los que destacan Brasil, Colombia, Venezuela y México.

La investigadora de la Universidad de Connecticut menciona que la importancia de esta investigación se basa en que la vegetación en proceso de crecimiento toma dióxido de carbono de la atmósfera y lo convierte en tejidos o estructuras de las plantas (biomasa), tales como madera y hojas, almacenando carbono a través de la fotosíntesis, y que cuando los bosques se regeneran, el almacén de carbono en la biomasase incrementa a través del tiempo, dependiendo del clima, del uso de suelo previo y otras características del paisaje que lo rodea.

La regeneración de bosques secundarios, además de ser una estrategia para mitigar el cambio climático, trae otros beneficios, entre ellos, la regulación hidrológica, proporcionar hábitats y corredores para la conservación de la biodiversidad, y brindar provisión de productos maderables y no maderables para las poblaciones locales.

Además, Chazdon expresa que la regeneración de bosques secundarios no implica costos, debido a que el crecimiento de nuevos árboles ocurre de manera natural una vez que se abandona una parcela agrícola, de tal modo que sólo se requiere conservar y proteger estos bosques. Asimismo, indica que por ser una estrategia de bajo costo, las autoridades gubernamentales, no gubernamentales y las convenciones internacionales deberían poner mayor atención en ella.

Las proyecciones de los investigadores que participaron en el estudio indican el potencial y la contribución significativa de los bosques secundarios a los objetivos de la llamada “Bonn Challenge” y de la “Declaración de New York”, que llaman a detener la pérdida de bosques y restaurar 350 millones de hectáreas a lo ancho del mundo hacia el 2030.