martes, 6 de septiembre de 2016

México es una cuna de las especies



Desde hace tres décadas, paleontólogos alemanes y mexicanos investigan la importancia de México como uno de los principales puntos calientes de biodiversidad en el mundo, tanto hace 200 millones de años como hoy. (Esqueleto de un dinosaurio en el noreste de México.)

Desde hace casi 30 años, el paleontólogo alemán Wolfgang Stinnesbeck, de la Universidad de Heidelberg, colabora con científicos mexicanos y realiza proyectos en el país latinoamericano. En general, las experiencias del académico, que también vivió y trabajó una década en el estado de Monterrey, han sido positivas. “En algunas ocasiones, hemos tenido dificultades para que nos autoricen proyectos en México”, dice. Además, lamenta que a los científicos mexicanos no siempre se les tome tan en serio como a sus colegas extranjeros.

En entrevista con DW, Stinnesbeck hace hincapié en la “enorme importancia” de México para el desarrollo de la flora y fauna. Cuenta que en los periodos del Jurásico y Cretácico, cuando el supercontinente Pangea se fracturó formando los continentes actuales, México se convirtió en un puente para los animales marinos. En aquel entonces, hace 200 millones de años, el sur del continente norteamericano llegaba hasta los estados mexicanos de Coahuila y Nuevo León. El centro y sur de México, en cambio, estaban sumergidos bajo el agua. Como especie de crucero de las vías marítimas de los diferentes océanos, permitió a los animales marinos avanzar del Océano Atlántico al Pacífico.

Más tarde, hace cuatro millones de años, cuando se unieron los continentes de América del Norte y del Sur, México se convirtió en un “corredor migratorio” para los animales terrestres. De ahí que en el país latinoamericano se encuentren fósiles de dinosaurios y animales tanto del sur como del norte del continente. Esto explicaría también la enorme biodiversidad del país en la actualidad, señala Stinnesbeck.

“Una increíble densidad de fósiles”

En comparación con otros hallazgos de restos fósiles, por ejemplo en Estados Unidos, los dinosaurios del noreste de México son mucho menos conocidos. El científico alemán aclara que esto se debe sobre todo a la menor densidad de paleontólogos en México.

“En Alemania hay unos 20 institutos geológicos en las universidades y todos cuentan con un paleontólogo. En México, en cambio, solo está la Universidad Nacional Autónoma de México, hay un paleontólogo en la Universidad Autónoma de Nuevo León y otro en el Museo del Desierto en Saltillo”, detalla. Por ello, parte del trabajo del equipo en torno a Stinnesbeck es fomentar a la nueva generación de científicos.

Junto con su colega alemán Eberhard Frey y el geólogo mexicano Héctor Rivera Sylva, Stinnesbeck ha descubierto en Saltillo varias decenas de fósiles de hadrosaurios, así como tiranosaurios, anquilosaurios, ornitomimosaurios y ceratopsianos.

Las investigaciones del equipo mexicano-alemán han revelado que estos dinosaurios vivían en una llanura del delta cerca de la costa que se encontraba entre las actuales ciudades de Saltillo y Monterrey. Asimismo, se hallaron esqueletos de dinosaurios marinos, cocodrilos, tortugas, ostras, conchas, caracoles y dientes de tiburón. “Es un lugar con una increíble densidad de fósiles”, dice el paleontólogo alemán.

El “monstruo de Aramberri”

Wolfgang Stinnesbeck también participó en la excavación y restauración del llamado “monstruo de Aramberri”, un pliosaurio de 15 metros de largo. En 2010, la reconstrucción de este reptil marino fue la principal atracción de la “Expo Guanajuato Bicentenario”. Actualmente, se expone en el Museo de la Evolución en Puebla.

Los científicos mexicano-alemanes también colaboran con el Museo Estatal de Ciencias Naturales en Karlsruhe y una serie de museos mexicanos, entre los que destaca el Museo del Desierto en Saltillo, para presentar sus descubrimientos y conocimientos a un amplio público. “En nuestro equipo cooperan universidades y museos, esto es poco común en el mundo”, explica Stinnesbeck.

El “monstruo de Aramberri” y los demás hallazgos fósiles han atraído masas. En 2009, por ejemplo, la exposición “Huellas de la vida; un viaje en la historia de nuestro planeta”, en el zócalo de la capital mexicana, fue visitada por unos 13 millones de personas en tres meses. “Esto son muchos más visitantes de los que tiene el Museo Estatal de Ciencias Naturales en Karlsruhe en todo un año, y muestra el enorme interés por la paleontología en México”, dice Stinnesbeck. DW.COM | 26.08.2016